La habitación rosada, el paisaje de princesas y hadas al fondo. Series de juguetes, golosinas, escolaridades y chucherías esparcidas en el suelo. El sol que revienta en las cortinas, la cama desordenada y vacía. Una Martina.
Sentada ella con las manos agarrando una silla
Martina me miente mientras me mira.
Martina miente mientras mira.
Mira Martina mientras me miente.
Me miente Martina mientras me mira.
Martina me mira y me miente
Y se levanta y da vueltas y gira
Martina miente mirando.
Martina mira mintiendo.
Mentiroso mirar de Martina.
Mirante y miradora niña.
Mirar de una Martina mentida.
Y pone un caramelo en su boca y lo desliza
Martina.
Y tuerce el azul de sus ojos y suspira
Martina de mirar mintiendo
Mirantina mentirosa de mirarme
Mentirada martinesca mía.
Martirante y martirosa mentira.
Y muerde con sus labios el borde de su sonrisa
Martinar de mentir mirándome.
Martientir de mirar mintiéndome.
Miradosatina niña.
Martiramentosa ella.
Y se abraza la espalda y la acaricia
Martina mentirosa.
Tinatirosairona.
Martirosa
Y finalmente me mira
Martina
—–
Hasta aquí el poema. Ahora una anotación: María Beatriz -Bía- es una muy joven escritora que estudia Artes Liberales, y que publicó este poema en una recopilación de un taller literario de su universidad. La Martina del poema es la niña de la fotografía, su hermanita, cuya alegría, ocurrencias y picardía se describen tan bien en este antipoema de Bía. María Beatriz ha ganado ya varios concursos literarios para jóvenes escritores, y cada vez madura más y se hace una mejor escritora. Me encanta su antipoema… todo. Si tengo que señalar solo un verso, escojo este: «Y muerde con sus labios el borde de su sonrisa».
¿Qué es la antipoesía? Una buena definición: «Juego irónico con el lenguaje, olvidar la solemnidad del texto, el Chavo del 8 que elogía a Don Ramón, antifaz literario para expresar lo denegado, hijo bastardo y no reconocido de la poesía, desaprender lo que quieren que escribas, decir con pequeñas palabras cosas grandes, espejo invertido de la norma, respire de la norma, lo que no nos atrevemos a decir, una cachetada de realidad, amarga medicina, sarcasmo al rojo vivo, ruptura. Si es verde, yo te digo que es amarillo y no me importa decirlo porque es mi verdad y si te fijas con cuidado realmente tiene salpicaduras amarillenta».
Álvaro Alemán, USFQ