Mi viaje a las Islas Galápagos

 Acabo de regresar de las famosísimas Islas Galápagos. Posiblemente por las conocidas imágenes de las playas llenas de animales exóticos, los viajeros esperamos encontrarnos con ellos casi apenas bajamos del avión. Pero no es así. 

Si se aterriza en el aeropuerto de Baltra, generalmente el turista  pasa inmediatamente a Santa Cruz, la isla más «civilizada» y llena de barcos y hoteles. Allí no es fácil encontrar a las especies típicas de Galápagos (a excepción de las tortugas gigantes en la Fundación Charles Darwin y uno que otro lobo en el muelle). Entonces uno se siente muy decepcionado pues Santa Cruz se parece a cualquier pueblo playero turístico de nuestros países latinoamericanos.  Para ver al Galápágos más encantador se tiene que tomar lanchas a otras islas e ir en la búsqueda de cada una de las especies. E inclusive así, no siempre se tiene suerte (por ejemplo, nosotros vimos a las aves llamadas fragatas, pero no con sus famosos globos rojos inflados bajo los picos porque para nuestra mala suerte, no estaban en busca de pareja y no tenían para qué desplegar sus encantos masculinos. Tampoco nos fue fácil encontrar flamingos).

 

 Aunque de Santa Cruz se deben rescatar varias cosas. Primero, la tremenda (de verdad tremenda y admirable) amabilidad de su gente.  Es increíble. Todos están dispuestos a sonreír, guíar y ayudar en todo lo posible al turista (algo que es difícil encontrar en Quito, por ejemplo).  Por lo demás, si se  paga «El tour de la bahía», se puede navegar por los alrededores de Santa Cruz

e ir hasta lugares espectaculares dentro de esta Isla.  Así encontraremos sitios como éste, para quedarse con la boca abierta, la Gruta del Amor:

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.En Santa Cruz está además, la famosa playa de Tortuga Bay, con arena blanca y un mar tranquilísimo y transparente. Sin embargo, el turista deberá considerar que para llegar allí se debe caminar 45 minutos a pleno sol (por el lindo camino adoquinado -repleto de lagartijas y los famosos pinzones que ayudaron a Darwin con su teoría-  no se permite el ingreso si quiera de bicicletas); y que al llegar hay una total falta de señalización por lo que cuesta trabajo encontrar la bahía tranquila  (por eso muchos turistas se quedan en la parte furiosa de la playa).  Y eso sí, ojalá no se encuentren, como nosotros, con un ataque de los moscos «tabanos» (que no pican sino que muerden).  Otra cosa que los visitantes a Tortuga Bay deberán evitar es probar unas tentadoras frutitas que hay en el camino y que huelen a dioses. Resulta que son venenosas y te dejan, como me pasó a mí, la boca con una amargura que no se va sino en muchas horas (ser tan golosa tuvo su castigo). En otras islas hay grandes letreros alertando sobre el peligro de este fruto del árbol manzanillo. Pero en Tortuga Bay !no hay señalizaciones de casi ningún tipo! Bueno, a pesar de tabanos y manzanillos, vale la pena conocer esta playa y hacer snorkel en sus aguas.  Aquí va una foto:

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Preciosa; ?verdad?   Una excelente sugerencia para hacer en Santa Cruz es alquilar un taxi (en Galápagos todos los taxis son camionetas pick up blancas) y conocer el interior de la Isla. De esta manera nos llevaron a lugares que difícilmente se conocen en los tours normales. Aquí una muestra de un mirador al interior de Santa Cruz:

En Santa Cruz se pueden encontrar hoteles, restaurantes y tiendas de todo precio. (Hay finísimos hoteles a donde han llegado el Príncipe Carlos y la desagraciada Camila y el famoso Leonardo Cara de Niño Di Caprio, y hay exclusivas tiendas de artesanías como la de Olga Fish). 

La verdad -si se va por cuenta propia y no en un tour con todo organizado- antes que un hotel, yo recomiendo alquilar una suit pues resulta más económico y cómodo. Nosotros estuvimos en los aparts and suites Galápagos de Tony Castro (http://www.galapagosapartandsuites.com/), en un apartamento con cocina, sala, comedor, dos habitaciones, aire acondicionado, televisión con cable, piscina y muy cerca a todo. Nos costó ochenta dólares diarios (en un hotel de mediana categoría pagaríamos esto por cada persona. Y en una suit, caben hasta cinco o seis personas). El dueño es amabílisimo y preparado para dar los más acertados consejos sobre turismo.  En cuanto a comida, sugiero un pequeño restaurante en el muelle de la Av. Charles Darwin: El Chocolate.  Los menús diarios (que consumen muchísimos extranjeros y científicos de la Fundación Charles Darwin) cuestan cuatro dólares y son sanos y sabrosísimos. En las noches, acudimos a restaurantes más sofisticados y caros, donde se disfrutan de agradables ambientes. A propósito, no dejen de visitar el muelle nuevo en la noche. Muy bien iluminado y muy concurrido, permite apreciar pequeños tiburones  nadando y lobos que juguetean en el mar. 

Aconsejo visitar la Fundación Charles Darwin solo y únicamente si tiene mucho interés en explicaciones sobre la forma de vida, anidación, el peligro de extinción de las tortugas Galápagos y la función de los científicos para salvarlas. De lo contrario, esta visista resulta aburrida y cansada. (Si decide ir, alquile una bicicleta y evítese la larga caminata bajo el sol desde el muelle a la entrada). Y a propósito de esta Fundación, nosotros íbamos en busca del famosísimo y muy fotografiado Solitario George (la tortuga más vieja). Vimos muchas tortugas bastante arrugaditas y antiguas, pero no encontramos un letrero que dijera cuál era el famoso George. Como ya estábamos cansados, señalamos a la más vieja y con cara de aburrida y solitaria,  y la declaramos nuestro George personal. 

Si le interesa ver las tortugas pero quiere ahorrarse los detallados discursos, tome en cuenta que en muchas otras partes de las islas tendrá la oportunidad de encontrar a estas especies.

En nuestro cuarto día de viaje fuimos en lancha a la Isla Floreana (también llamada Santa María). Los viajes en lancha, ¡auch!, suelen ser bastante tortuosos. Sí o sí, es mejor tomar una pastilla contra el mareo. Por no hacerlo, pese a las advertencias, vi a varias turistas norteamericanas y europeas  que vomitaron y vomitaron durante la travesía. !Qué contagiosa es la vomitadera, por Dios! La Floreana es una Isla con poca población humana. Fue habitada en el pasado por piratas que pasaban y cazaban tortugas y ballenas (se pueden encontrar construcciones en piedra y cuevas con camas y cocinas talladas).

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En esta Isla se pueden ver también las enormes tortugas Galápagos:

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En la  Floreana vimos además otros animales que se muestran generosos en todas las islas: los lobos marinos (bellos, brillantes, perezosos, dulces, juguetones).

En nuestro quinto día de viaje nos fuimos en lancha hacia la Isla Isabela (la más grande). El viaje fue espantoso; peor que montar en burro arisco. Otra vez agradecí por las pastillas «mareol». Y otra vez hubo más de un pasajero enfermo  y todos adoloridos y cansados. Esta travesía dura dos horas.  Pero vale la pena. Para mí, Isabela es la mejor de las islas. Además de los paisajes, están los mejores lugares para hacer snorkel y puedes ver fácilmente grandes tiburones, flamingos, los pequeños pingüinos, piqueros patas azules, tortugas e iguanas negras. Aunque eso sí, no hay calles asfaltadas ni restaurantes sofisticados ni las facilidades que tiene Santa Cruz para el turista. Sin embargo, es lo que muchos esperan encontrar al ir a estas islas: un verdadero encuentro con la naturaleza.

La verdad sea dicha, en los restaurantes de Isabela la comida es más bien tirando a ¡puaj! (pedí un pulpo al ajillo que no pude ni tragar). Aunque los menús para turistas de nuestro hotel fueron sencillos y sabrosos a pesar de que pecaban -como en todos los restaurantes de las Islas- de un exceso de «wajo» (un pescado blanco y suave que abunda en Galápagos y que se sirve muy muy muy muy frecuentemente, hasta llegar a hastiar).

En Isabela no debe perderse conocer el «Muro de las lágrimas» y la historia de la colonia penal para presos peligrosos que existía en esta isla por los años de 1930.  Este muro fue construido por los presos que cargaban y colocaban las piedras una a una (el objetivo era que construyeran su propia prisión). Estos reclusos pasaron tiempos muy duros en Isabela, que era casi deshabitada por entonces. Murieron muchos por el calor, el hambre y los abusos. Sin embargo, es famosa la historia de cómo un buen grupo se rebeló, se apoderó de una embarcación que pasaba y huyó. Otros, luego de liberados, deciden quedarse a vivir en la Isla y se convierten en los primeros colonos y agricultores.   Aquí el muro:

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En Isabela, otra vez sugiero alquilar un taxi y pedir al chofer que les dé un recorrido por el interior de la isla. Entonces lo llevaran a recorrer espectaculares lugares que ningún tour le ofrece. Por ejemplo, estos túneles de manglares y rincones preciosos:

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Pida al taxista que lo lleve a una hacienda en el sector de «Las merceditas» en donde se paga dos dólares para entrar y disfrutar de unos jardines de sueños, huertos orgánicos de árboles frutales, un sauce gigante, tortugas galápagos, zonas ecológicas para acampar y una rica comida hecha en un simpático horno en forma de tortuga (pero hay que ordenar con anticipación los almuerzos).

Isabela, como ya dije, es un lugar ideal para hacer snorkel (si no ha hecho esta actividad antes, será imperdonable que no la haga en Galápagos. Es cuestión de cogerle el tino a las aletas, las gafas y el tubito para respirar. Y después, es solo disfrutar de la vista de mantarrayas, peces de colores, lobos  nadando cerca tuyo y si hay suerte, tranquilos tiburones que pasan a tu lado sin tomarte en cuenta).

Los guías turísticos ofrecen otro paseo en Isabela: la caminata hasta el volcán. No la recomiendo. Es un largo trayecto a pie de cuatro o cinco horas para ver una preciosa vista de las Islas. Sin embargo, con frecuencia el tiempo está nublado y no se puede ver nada y si llueve, el camino estará terriblemente enlodado (inclusive hay que ir con botas de plástico).

Cansadísimos terminamos nuestro viajes a las Islas Galápagos. Las largas caminatas, las travesías en lancha y el calor nos dejaron agotados. (No sugiero llevar niños pequeños o personas de la tercera edad).  Mi novio tuvo la brillante idea y la generosidad de pagar pasajes en  una avioneta para llevarnos de Isabela al aeropuerto de Baltra y así ahorrarnos dos horas de martirizante viaje en lancha. (Éramos tres personas y pagamos en total doscientos cincuenta dólares para ir en avioneta). Aquí una fotografía de las Islas desde el aire:

Otras curiosidades que le gustará saber: no cualquiera puede convertirse en residente de Galápagos. Está restringido el ingreso permanente a las Islas. Hay quienes se casan con gente del lugar para poder habitar allí. Y si usted no es residente no puede comprar tierras ni tener negocios. O sea que piénselo bien antes de enamorarse demasiado de Galápagos.  Y como dicen los colonos, en las islas son más importantes los animales y la naturaleza que los humanos. Hay multas y penas por hacerle daño a los animales y la mayor parte de los territorios son parques  nacionales que no pueden habitarse (cosas que me parecen perfectas. Suficientes lugares hay para los humanos en otras partes). Se venden ciertos artículos que son mucho más caros que en el resto del Ecuador (por ejemplo, las gaseosas y el agua). La comida es algo más cara, pero no en demasía (hay restaurantes y hoteles para todos los precios). El pan, la leche y frutas como el maracuyá son muy baratos. En Isabela es muy duro para los habitantes conseguir agua dulce y es bastante cara. En esta Isla el agua del mar es desalinizada para que pueda ser consumida (hasta en la ducha se siente algo de la sal del mar).

Los animales que más abundan en las Islas son las iguanas y sobre todo las lagartijas (la verdad, para ser justos a tanta cantidad, deberían llamarse no las Islas Galápagos sino las Islas Lagartijas).

Las islas son constamente visitadas por turistas de todas (!todas!) partes del mundo. Sobre todo por gente joven y chicos de escuelas y colegios. La entrada en el aeropuerto es de 10 dólares para ecuatorianos y 100 dólares para extranjeros. 

Desde Quito o Guayaquil o por Internet se consiguen tours a Galápagos de cuatro días por un costo desde cuatrocientos dólares con pasajes incluidos desde Quito. Pero para mayor comodidad y mejores experiencias, se puede pagar un poco más (o mucho más para acceder a cruceros u hoteles VIP). Otra buena idea es ir sin tour a Galápagos, como nosotros. Compre sus pasajes, llegue a las Islas y adquiera directamente los tours que usted decida hacer a las diferentes islas (converse con la gente y le comentarán las ventajas y desventajas de cada lugar) . Cerca al muelle de Santa Cruz hay cientos de agencias de viajes que le ofrecerán tours a los diferentes sitios todos los días. De esta manera ahorrará dinero porque las agencias de Quito o del extranjero ganan comisión por asignarle cada tour desde su destino inicial. Además usted elegirá las actividades que le interesen, dejará de lado otras y se dará cuenta de que algunas son gratis (como la visita a  Tortuga Bay y a la Fundación Charles Darwin).

Mi recomendación final: Vaya bien preparado para caminar y navegar muchísimo (muchísimo de verdad), y disfrute de las Islas Galápagos: excelente lugar para la fotografía, el buceo, el snorkel, la observación de animales preciosos y la aventura.